jueves, 18 de septiembre de 2014

Salud Mental y Modelo Médico (II): Diagnóstico y etiquetado

¿Qué me pasa, Doctor?

En el artículo anterior (Patologización del Sufrimiento) llegamos a la conclusión de que los problemas comunes estaban siendo transformados en enfermedades por nuestra sociedad. Esto no solo se traduce en un aumento en las visitas a la atención primaria, si no que implica un aumento progresivo de la cantidad de trastornos con los que nos pueden diagnosticar.
Mucha gente podrá lanzarse al cuello de quien dijera que trastornos como el de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) son un invento de la industria para prescribir fármacos y, sin embargo, no fueron pocos los medios que se hicieron eco en las declaraciones de su "creador".(Artículo de La Vanguardia).
Procesos como este se han dado progresivamente en los últimos años. Aparecen nuevos trastornos y, los ya existentes, rebajan cada vez más sus criterios diagnósticos, de manera que un mayor número de personas puedan ser diagnosticadas y entrar en el ciclo de la remisión.

¿Sano o En Remisión?


Dentro del DSM, junto con los criterios diagnósticos están los criterios de "cronicidad". Se puede decir si un trastorno es agudo o crónico en función de la duración de los síntomas. El problema viene cuando esos síntomas desaparecen.
Se podrá llegar a la conclusión de que una vez desaparecidos los síntomas y signos de cualquier enfermedad médica, esta ha desaparecido y el paciente se encuentra sano. No ocurre lo mismo con los trastornos mentales que, cuando los síntomas desaparecen por un tiempo lo suficientemente largo se dice que el trastorno está "en remisión".

Ese detalle sitúa al trastorno en una suerte de "limbo" en el que no se sabe si está curado o si no, si volverá a aparecer o si ha desaparecido definitivamente. Una persona deprimida no deja de estar deprimida, simplemente su depresión está en remisión y preparándose para atacar de nuevo.


¿Huevo o Gallina?

Este ciclo de la remisión supone dos cosas. En primer lugar, y como ya apuntaba mi compañero Francisco Sánchez en su artículo sobre Salud Mental y Crisis Económica, no se tratan estos trastornos de raíz si no que centramos el tratamiento en la desaparición de los síntomas. Eso implica que el problema no está solucionado, si no "parcheado" y volverá a aparecer, lo cual colapsa los sistemas de salud.
En segundo lugar, y esto es problema del diagnóstico en general, se le otorga al trastorno una entidad propia, que posiblemente no exista. En las enfermedades médicas suele haber una razón concreta y biológica que causa la enfermedad, ya sea un virus, una bacteria o un proceso genético. En los trastornos mentales esto no ocurre, se parte del sufrimiento de la persona para "crear" una entidad/enfermedad que se explica a sí misma.
Decimos que una persona está deprimida cuando se encuentra triste y su nivel de actividad decae. Pero también decimos que la persona está triste y con un nivel bajo de actividad porque está deprimida. ¿Qué es lo que va primero?¿La tristeza o el trastorno? Los sistemas de clasificación diagnósticos están llenos de razonamientos circulares de este tipo.

Yo soy mi enfermedad

Esa entidad de los trastornos hace que parezcan algo ajeno a la persona. Pareciera que Pepe o María se levantaron un buen día aquejados de depresión y no volvieron a ser ellos mismos. Esto repercute en cómo se ven a sí mismos y en cómo actúan al respecto de su trastorno, ya que la responsabilidad de sus acciones está desviada hacia el trastorno, al ser este utilizado para explicar su conducta(y no al revés).
Entre que los trastornos han adquirido entidad propia y que se forma un ciclo en el que nunca están curados, nos encontramos con pacientes etiquetados y estigmatizados de forma perpetua. Pepe o María dejan de ser ellos para ser un deprimido o una deprimida, adoptando el rol de enfermo, con las repercusiones que eso tiene para sus vidas.


Por: Alejandro Sola Berenguel

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