viernes, 26 de septiembre de 2014

Los servicios de salud mental y la crisis económica, ¿tal y como nos lo cuentan?


Recientes estudios realizados en nuestro país alertan acerca del incremento en trastornos psicológicos en consultas de atención primaria entre los años 2006 y 2010, relacionando dichas cifras con la época de crisis económica por la que se atraviesa.

Algunos aspectos de estos estudios deben ser tenidos en cuenta desde una visión crítica y reflexiva para evitar caer en sesgos y explicaciones reduccionistas, no por el mero hecho de restar importancia al incremento de dichos problemas en sí, sino más bien para tener una visión más realista y exacta de la situación a la que nos referimos.

Si bien no se puede entrar a debatir el hecho de que ha existido tal aumento en el número de consultas por malestar psicológico, hay que tener en cuenta que dicho aumento se viene dando desde mucho tiempo atrás, no sólo desde 2006 sino desde la existencia de la psicopatología como tal, achacar este aumento tan solo a la crisis sería quedarse corto.

Por otro lado, debe entenderse que cada vez es más habitual hacer uso del sistema público de salud para resolver cuestiones de malestar psicológico (llámese ansiedad, depresión, etc.), y no solo eso, sino que la sociedad está cada vez, año tras año, más concienciada de la importancia de la salud mental y de la atención que merecen este tipo de cuestiones, por lo que la tendencia a hacer uso de dichos servicios va, a la par, en aumento junto a la proliferación del propio malestar psicológico.

Curiosamente, malestar psicológico y consulta en atención primaria no es lo único que va en aumento, sino que lo hace a su vez la tendencia de la sociedad hacia la medicalización de dicho malestar como si de una enfermedad orgánica se tratase, descuidando la mayoría de las veces una intervención psicológica propiamente dicha, así como va en aumento la creación de nuevos trastornos psicopatológicos por parte de cierto sector de la medicina y la insistencia de tratar dichos constructos abstractos como conceptos reales y objetivos.

Tratar ambos temas requeriría de una mayor extensión y, por tanto, desviarse del objetivo principal que tenemos entre manos, pero aún así, si de lo que se trata es de comparar prevalencia (para profanos en la materia, el número de casos que existen en un momento puntual), y no incidencia (el número de casos nuevos que van apareciendo a lo largo de un periodo de tiempo), deberíamos reflexionar sobre la idea que se tiene de intervención sobre el malestar psicológico, ya que, mientras desde una intervención psicológica se pretende actuar sobre el origen de dicho malestar con herramientas específicamente desarrolladas para estas cuestiones, con la pretensión de reducir la prevalencia de dichos problemas, desde la perspectiva de la medicalización de los trastornos psicológicos la propuesta sería la de reducir el malestar sin intervenir sobre la raíz del problema, lo que se traduce en una reducción de los síntomas, no así del problema en sí y, por tanto, de una perpetuación de la prevalencia.

El problema que se deriva de tal interpretación es, entre otros, pensar que una vez se supere la época de crisis que se atraviesa, se llegará a una época de bonanza de la salud mental resultado de mejorar la situación de los usuarios de los servicios de salud mental, algo que en la práctica podría no suceder si tenemos en cuenta la cantidad de variables que influyen en un problema tan complejo, la forma que existe actualmente de abordar dichos problemas y el interés de otros colectivos de que dicho problema nunca desaparezca.


Para una revisión del artículo “Los riesgos para la salud mental de la crisis económica en España: evidencia desde los servicios de Atención Primaria”;

§  Consultar la fuente del artículo en español:
§  Consultar la fuente del artículo original:
http://eurpub.oxfordjournals.org/content/23/1/103


Por: Francisco R. Sánchez Ortega

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