Una vez más, como cada periodo
navideño, volvemos a presenciar una
avalancha de publicidad tanto en televisión como en radio, prensa y a pie de calle
anunciando una inmensa cantidad de juguetes para los más pequeños de la casa.
Aunque ya estamos acostumbrados a
dicha campaña al llegar estas fechas, suele pasar bastante inadvertida la forma
en que esta publicidad plantea a través de los juguetes un marcado rol de género
que, lejos de ser útil, puede llegar a presentar alguna problemática en la vida
y el sano desarrollo psicosocial de los niños/as.
Como padres, familiares y/o
adultos en general del entorno del niño intentamos que su relación con los
juguetes, uno de los medios de aprendizaje y desarrollo más importante del que
disponen, sea el adecuado y nos preocupamos por que tengan una infancia
normalizada, dándoles todas las facilidades posibles a la hora de integrarse en
su grupo de iguales y, dicho sea de paso, complacer las exigencias de la
sociedad.
Casi de forma invariable nuestro
hijo acabará jugando con un cochecito de color azul, y nuestra hija se entretendrá
en su casita rosa de muñecas. No sería una predicción muy arriesgada por
nuestra parte. Nos sentimos cómodos cuando ocurre de esta manera, y
probablemente se nos haría extraño que jugasen el uno con los juguetes del
otro, no sería lo “adecuado” en cuanto a cuestiones de género, ¿verdad?
Llegado este punto se plantea
necesario hacer una distinción entre “rol de género” e “identidad de género”
para poder llegar a comprender la complejidad del asunto. Mientras que por un
lado el “rol de género” se referiría al conjunto de normas y
comportamientos percibidos por la sociedad como adecuadas para un género u
otro, la “identidad de género” haría alusión a la percepción que un
individuo (en este caso el niño) tiene sobre sí mismo en cuanto al género con
el que se identifica, independientemente de su sexo biológico.
Lo interesante es hacer notar que
aunque “identidad de género” y “rol de género” van de la mano, nos
encontraremos muy a menudo con el caso de que, por ejemplo, una niña que se
identifique a sí misma con su género femenino no muestre un rol de género
femenino, pudiendo interesarse por unos juguetes etiquetados e indicados por la
sociedad para el género masculino. Es entonces cuando saltan las alarmas.
“¿Está mostrando mi hija un
comportamiento desviado respecto a los demás niños? ¿Desarrollará
comportamientos masculinos? ¿Acabará sintiéndose atraída por otras niñas?”. La
psicología actual es clara en este punto: El rol de género no marca la
identidad de género, esto es, jugar con coches no implicaría un cambio en su
identidad de género como niña.
Es cierto (y normal, teniendo en
cuenta que formamos parte de la misma sociedad) que podamos llegar a sentirnos
incómodos al ver a nuestro hijo jugar con muñecas cuando lo adecuado sería
que mostrase una actitud “más masculina” jugando con cochecitos. Es lo que la
sociedad vería como normal, y es cuando se hace visible el claro tabú que
existe a día de hoy en relación a un comportamiento contrario, el cual
permitiría una elección más libre al propio niño.
A pesar de ello, tal acabará siendo nuestro temor a que nuestra hija sea distinta de las demás que frente a esta situación, y posiblemente antes, nos aseguraremos por mantener un férreo control sobre los comportamientos que permitimos a nuestros hijos/as, la mayoría de las veces pasando por alto su propia felicidad y sin querer ver que nuestra hija simplemente ha decidido cambiar la muñeca por un cochecito porque, en su inocencia, no entiende cómo puede un juguete ser "solo para chicos".
Como parte de la sociedad adulta estaríamos posiblemente participando en la génesis de la psicopatología del
niño, mostrando nuestro descontento por su interés en lo que realmente le
gusta, viéndose forzado a jugar de otra manera para mantener contento y calmado
a quien le rodea.
Finalmente esta situación acaba generando un bucle, retroalimentándose a sí misma, por la búsqueda de juguetes con unas características de género cada vez más marcadas como consecuencia del empeño de la sociedad en que los niños tengan cada vez más claro cuáles son los intereses que se espera que muestren.
Finalmente esta situación acaba generando un bucle, retroalimentándose a sí misma, por la búsqueda de juguetes con unas características de género cada vez más marcadas como consecuencia del empeño de la sociedad en que los niños tengan cada vez más claro cuáles son los intereses que se espera que muestren.
Estos cuidados que antes comentamos, en ocasiones, llegarán
a obviar las necesidades reales del niño dando prioridad a la de los propios
adultos, y es aquí donde debemos hacer la siguiente reflexión;
¿Es el niño el que trae el
problema? ¿O es la sociedad la que se encarga de crearlo?
Autor: Francisco R. Sánchez Ortega
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