lunes, 26 de enero de 2015

Procrastinación: una visión contextual

Llevo varios meses queriendo escribir un artículo sobre este tema, pero he ido dejándolo apartado hasta ahora. Más allá de la broma fácil, este es un ejemplo claro de procrastinación, del verbo procrastinar, el cual la RAE define simplemente como "Diferir, aplazar".

Lo cierto es que es un término que ha ido ganando popularidad en los últimos años y, bueno, a cualquiera de nosotros nos ha pasado, aunque desconociéramos la existencia de la palabra o su significado. Cualquier persona que haya tenido que preparar algún trabajo, alguna presentación de Power Point o...cualquier examen final, sabe que esto es así. De repente cualquier otra actividad es mucho más interesante e inaplazable que la que de verdad es importante e inaplazable. Ya sea ir saltando entre vídeos de Youtube aprovechando los relacionados o pasar varios minutos(por ser benevolentes y no decir horas) pulsando F5 para actualizar la cronología de Twitter.

Tal vez por eso se haya popularizado tanto el término en los últimos tiempos. Las redes sociales, con la constante estimulación y actualización, pueden dejar a cualquiera enganchado a una de ellas mientras el tiempo pasa de forma casi imperceptible.

En términos psicológicos...

Aunque Wikipedia la define como un "trastorno del comportamiento", vamos a intentar alejarnos de esa concepción. Más que nada, porque como digo, es algo muy común, que nos ha pasado a todos, y porque como ya hemos denunciado en este blog, se está abusando ya demasiado de la palabra "trastorno".

Como sí podemos referirnos a la procrastinación es como un tipo de evitación experiencial. Nos referimos pues, a la conducta encaminada a evitar una determinada situación. Ya que estamos en una época de largas horas de estudio para la población universitaria, pongamos el ejemplo de estudiar. No es que sea una actividad especialmente agradable (o al menos no está conceptualizada socialmente como una actividad agradable), si no que más bien está asociada al aburrimiento, o tal vez a la ansiedad o al estrés.

Siendo el aburrimiento, la ansiedad o el estrés unas situaciones completamente indeseables, puede aparecer en nuestra lógica interna que lo mejor es evitarlas a toda costa. Es por ello que casi de forma automática nos vemos aplazando el momento de ponerse a estudiar hasta que no queda más remedio que hacerlo. Eso, en el mejor de los casos, en el peor es posible que la evitación sea total, no estudiemos y, por tanto, suspendamos.

¡Pero yo quiero aprobar!

Por supuesto, nadie lo niega. Bueno sí, tu propia conducta. Al comportarnos así parece que estemos diciendo de nosotros mismos "Sí sí, eso de aprobar está bien, pero lo mío es mirar Twitter".

No creo que nadie esté pensando eso realmente (¿verdad?), es por eso que hace falta ahondar un poco en la responsabilidad personal. En pensar qué es lo que queremos realmente y si lo que estamos haciendo nos acerca o nos aleja de eso que queremos.

Dentro de las terapias contextuales (la de Aceptación y Compromiso, en este caso), se habla bastante de la evitación experiencial y en como utilizar los valores personales y la aceptación del malestar como motores del cambio psicológico y conductual. En el caso de estudiar, probablemente haya algún valor personal(o dirección vital) que esté conectada de alguna manera con seguir estudiando y labrarse un futuro determinado. Esto debería servir de catalizador de la motivación personal para ese cambio. Combinándolo con aceptar que para tener buenas notas hay que pasar malos ratos a veces (de aburrimiento, ansiedad o estrés), y así conseguir reducir la procrastinación al mínimo.

Esto al menos, al respecto de la motivación personal, pero no es lo único que afecta a la motivación directa para hacer una actividad que, de base, no nos gusta. Somos conscientes de que hacer un trabajo de autoconocimiento lo bastante amplio y preciso como para llegar a encontrar este tipo de motivación es difícil y requiere tiempo y dedicación, por lo que vamos a proponer unas pequeñas pautas para, al menos, coger el hábito de estudiar, que es el primer paso para reducir la procrastinación:


  1. Elegir un "ambiente de estudio" y mantenerlo: lo ideal es estudiar siempre en el mismo sitio y con unos horarios más o menos estables. Esto ayuda a generar una rutina y, por tanto, el hábito de estudio. Por otro lado, si siempre se escoge el mismo lugar, este quedará automáticamente asociado al estudio, por lo que se favorecerá ese contexto como un contexto de concentración. Este contexto debe ser, además, un sitio libre de distractores(o que cuente con pocos de ellos), para minimizar el riesgo.
  2. Elegir bien los objetivos: estos deben ser a corto/medio plazo y estar bien definidos. Esto quiere decir que es mejor ir pasito a pasito, tema a tema. Al mismo tiempo, definir el objetivo en cuanto a tiempo de estudio no es una buena opción. Uno puede estar tres horas delante de los apuntes y no haber aprendido nada. Lo suyo es plantear los objetivos en función a la cantidad de información real que se ha conseguido estudiar. Por ejemplo, descansar al final del tema, en lugar de cuando haya pasado una hora de reloj.
  3. Gratificar los objetivos cumplidos: esto enlaza directamente con el punto anterior. Una vez completado un objetivo (leído y comprendido un tema, por ejemplo), es buena idea autorregalarse unos minutos de descanso realizando alguna actividad que te guste o te relaje.
  4. Realizar diferentes actividades durante el tiempo de estudio: es muy difícil mantener un nivel alto de concentración cuando estás realizando una misma actividad por un periodo de tiempo muy largo. Por eso, es mejor variar las actividades en ese periodo, es decir, no se trata solo de leer y pasar horas leyendo, si no que si lo vas alternando con otros métodos de estudio como el subrayado, el resumen o la autoevaluación, conseguirás que tu atención no se pierda por el camino y harás que tu tiempo de estudio sea más productivo.
En resumen, tiene una gran importancia la manera en que estructuras el tiempo de estudio. Hay que tener en cuenta que el tiempo es un recurso limitado, por lo que es de vital importancia que el tiempo que dedicamos al estudio sea lo más productivo posible. Esto nos permite, además, reducir el tiempo de estudio (siempre y cuando se cumplan los objetivos) y poder dedicar el tiempo a otras cosas, lo cual despejará nuestra mente y tendrá un efecto retroactivo en la calidad del estudio.
Si tienes que planificar tu tiempo de estudio, recuerda plantearte los objetivos de forma concreta y no en función al tiempo, realiza actividades variadas para no saturar la atención y premiate con cada objetivo cumplido.

Por Alejandro Sola Berenguel

2 comentarios:

  1. La procastinación es un tema muy importante y de mucha actualidad y aprender a entenderla y a tener estrategias y técnicas para superarla se vuelve una gran herramienta para el estudio.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Estamos completamente de acuerdo con esto, esperamos que nuestros consejos sean útiles para combatir la procrastinación.

      Eliminar