Últimamente parece que los niños nazcan con una Tablet
debajo del brazo, y es que los avances en la tecnología están cambiando las
costumbres y las maneras de comportarse de nuestros infantes, al menos en lo
que respecta a estas nuevas generaciones.
Este artículo no va a defender a ultranza las nuevas
tecnologías, pero tampoco las va a demonizar. Es importante que todos nos demos
cuenta del enorme potencial que tiene la tecnología, siempre y cuando esté bien
usada. Es por eso que el artículo se va a centrar en algo tan fundamental como
es la educación.
De la Dependencia a la Tecnofobia
No puedo evitar escuchar cada dos por tres que estamos
criando (no hay que olvidar que la socialización es cosa de todos) niños cada
vez más retraídos, que fijan su mirada en la pantalla, sin que nada más les
importe. Constantes comparaciones a cuando antes los niños pasaban horas en el
parque, correteando por ahí. Solo falta decir que los niños de antes tenían
cicatrices de guerra(o más bien, parches en los pantalones) mientras que los de
ahora solo se ganan unas pocas dioptrías.
Ninguna de las dos situaciones es totalmente cierta, pero
claro, tampoco es que sean totalmente falsas. Es común, y esto se da
prácticamente desde que existe la televisión, que se “abandone” a los niños
delante de la pantalla para que no “den la lata”. Es una solución fácil, que
deja tranquilidad a los padres para hacer sus otras obligaciones.
Se crea entonces una especie de dependencia de la tecnología
por parte de los padres, al quedarse sus hijos enganchados a la estimulación
que reciben por parte de televisión, tablet,videoconsola o, en
edades posteriores, Internet.
Cuando surgen ideas extremas (que las máquinas están
educando a nuestros hijos), es común que aparezca la idea contraria. Es entonces
cuando surge la tecnofobia, o la idea de que esa televisión, esas tablets,
consolas, smartphones…son máquinas del diablo que vienen a derretir los
cerebros de los niños.
Es solo una
herramienta
Desde que los primeros homínidos empezasen a coquetear con
palos y piedras para crear las primeras herramientas, nuestra especie no ha
dejado de crear y mejorar la tecnología. El ritmo de “evolución” de la
tecnología ha alcanzado velocidades vertiginosas, es cierto, pero no dejan de
ser nuevas herramientas. Su utilidad es más una cuestión del uso que le demos a
dichas herramientas que de las características propias e intrínsecas.
En pocas palabras, los smartphones no tienen nada en sus
circuitos que cause adicción, es el uso que se le da lo que provoca ciertos
efectos indeseables, sobre todo en adolescentes.
Es por eso que es tan importante hablar de la educación. Sin
ignorar que una dependencia de la tecnología pueda ser perjudicial para la
propia educación de los niños, tampoco podemos ignorar los enormes beneficios
que supone un uso responsable de dicha tecnología.
Ante el “peligro” que puede suponer, unos optan por la
prohibición o el control más absoluto. Esto puede generar, o aún más
desconocimiento, o una actitud de rebeldía que les lleve a querer usarlas aún
más.
Más efectivo que todo eso es enseñar a los niños a hacer un
uso responsable de sus dispositivos (ya sean tablets, smartphones o
videoconsolas) o de la propia Internet. Educando bien a los niños nos
aseguramos de que reciban todos los beneficios del uso de la tecnología
(mayormente el acceso a la información) y, al mismo tiempo, minimizamos el
riesgo de que se haga un mal uso de la misma, que genere problemas.
Aquí he hablado sobre todo de tecnología, pero esta manera
de ver la educación se puede aplicar a otros ámbitos. Por hacer una comparación
de un caso similar, es mucho más eficaz enseñar a los adolescentes a usar un
preservativo que intentar prohibirles las relaciones sexuales.
Aumentar el conocimiento y fomentar el uso responsable
deberían ser los pilares fundamentales de cualquier tipo de educación.
Por Alejandro Sola Berenguel
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